01 julio 2013

La flauta mágica

Título original: Trollflöjten  
Director: Ingmar Bergman   
Guión: Ingmar Bergman, basado en el libreto de Emanuel Schikaneder    
Música: Wolfgang Amadeus Mozart    
País y año: Suecia, 1974   
Duración: 135 min.
Intérpretes: Joseph Köstlinger, Irma Urrila, Hakan Hagegard, Ulrik Cold, Birgit Nordin

¿Se trata esta obra de la filmación de una ópera, o de la “operización” de una película? Precisamente, este difícil deslinde y ambigüedad es uno de los valores positivos de esta cinta de Ingmar Bergman, creada para la televisión sueca. Si bien es cierto que en diversas ocasiones se han llevado óperas a su versión cinematográfica, normalmente en esos casos la propia obra musical se transforma en film, adquiriendo otro carácter. El ejemplo contrario sería la mera grabación de una representación operística.

Pero esta obra del genial director sueco, no es nada de eso. “La flauta mágica” de Mozart, y “La flauta mágica” de Bergman, aunque levemente, son dos distintos entes. En ocasiones, el film nos muestra de manera clara que se trata de una representación teatral con unos actores que son actores, distanciándose de este modo del original mozartiano. En otros momentos, la realidad del film es la realidad de la ópera.

Bergman era tanto un hombre de teatro como un hombre de cine. La película es una invitación al público para adentrarse en la mozartiana “La flauta mágica”, y cuanto sirva para acercarse es bienvenido: incluso se utiliza el idioma sueco (el del público al que iba dirigido originalmente la película) en vez del alemán del libreto, para que pueda comprenderse mejor. Se trastocan de posición algunas escenas. Con todo esto se consigue cautivar al espectador, que se siente atraído del principio al fin por la maravillosa música y por la trama. En pocas ocasiones puede verse una ópera de esta forma, y de una manera tan natural.

La escenografía (intencionadamente teatral) y la utilización de las luces y sombras (tan ligada al asunto de la obra) descubren al inmenso cineasta. Colaboran en ello un elenco de buenos actores, que sin ser excesivamente famosos, encarnan sus papeles de una manera muy convincente. Si a ello añadimos la música que compusiera Mozart, poco más se puede pedir.