01 julio 2012

Veracruz

Título original: Vera Cruz
Director: Robert Aldrich
Guión: Roland Kibbee, James R. Webb
Música: Hugo Friedhofer
País y año: USA, 1954
Duración: 94 min.
Intérpretes: Gary Cooper, Burt Lancaster, Cesar Romero, Charles Bronson, Sara Montiel, Denise Darcel, Ernest Borgnine.

Una de las mejores cintas del género Western. Y, sin embargo, nos encontramos ante otro Oeste americano. Muchos consideran a esta cinta como el preámbulo del llamado “spaghetti western”. No encontramos en este film el habitual maniqueísmo, la división absoluta entre buenos y malos. Todos, o casi todos, tienen un pasado (o un futuro) y bastante que ocultar. Cada uno se contenta con poder sobrevivir y que le salgan sus planes como mejor se pueda. Se elimina así una de las características del western clásico: la honradez, unos ideales inamovibles, porque son los buenos. Aquí los personajes se mueven en una ambigüedad deliberada, donde predomina la codicia y la picaresca. El otro gran tema que configura como ningún otro el género western es: el camino. Una ruta geográfica y del alma, que recorren los personajes físicamente y psicológicamente. En este caso, la escolta de un cargamento de oro (que nadie debería saberlo, porque está escondido, pero todos lo intuyen) hacia la ciudad de Veracruz. Y en este viaje, el cambio en la mentalidad de los personajes no va hacia una afirmación de ideales estables y justos, sino hacia una mayor relatividad, del sálvese quien pueda. El film nos presenta una época crepuscular. En una sociedad sin valores, por hartazgo de los que existían que no han servido para nada, la ironía reina por doquier, y esa sensación de tiempo que se va. Uno de los protagonistas (Gary Cooper) fue un honrado combatiente de la Confederación, que es lo mismo que decir perdedor, que se ha visto abocado a tener que servir como cazafortunas/mercenario. Su mundo ya no es lo que era, y no le queda otro remedio que sobrevivir, de alguna forma. El reparto de actores es, sencillamente, insuperable. Gary Cooper o Burt Lancaster ponen una calidad en sus interpretaciones, que hacen del visionado del film una auténtica delicia. A eso añadamos un joven Charles Bronson, e incluso una también jovencísima por aquel tiempo Sara Montiel, que en principio no es la protagonista femenina de la cinta, pero que a medida que avanza la trama se adueña, merecidamente, cada vez más de ese puesto.